Uno de los más importantes y provocadores de los últimos
años, cuya extensa obra se centró en la religión, las guerras y la intolerancia,
murió hoy a los 92 años en la ciudad de Buenos Aires.
A lo largo de su carrera cosechó el reconocimiento local
e internacional, que alcanzó su punto máximo en 2007, cuando fue elegido mejor
artista en la Bienal de Arte de Venecia donde se le otorgó el "León de
Oro", el mayor galardón de una de las bienales más prestigiosas del mundo.
Su obra originó tantos elogios como críticas y fue
expuesta en algunos de los sitios más destacados del mundo, como el MOMA de
Nueva York, el Museo Reina Sofía de Madrid, España y en la Pinacoteca do Estado
de São Paulo, Brasil.
A principios de los años 50 viajó a Italia, donde comenzó
a hacer esculturas de cerámica y realizó su primera exhibición individual en
Milán, y en 1955 regresó a Argentina, mientras que en los años 59 y 60 realizó
tallas en madera y estructuras de alambres, primero entrelazados y luego
soldados.
En 1962, durante su segundo viaje a Italia, realizó la
primera escritura abstracta, ininteligible, serie que continuó hasta su muerte
y que elaboró en distintas variaciones.
Una de sus obras más impactantes la realizó en 1965, para
el Premio Di Tella: “La Civilización Occidental y Cristiana”, una escultura que
muestra a Cristo Crucificado sobre un avión bombardero estadounidense, que en
su momento aludía a la guerra de Vietnam pero que recobra significado a lo
largo del tiempo.
A partir de esa muestra, se limitó a hacer algunas obras
políticas presentadas en exposiciones colectivas, como “Homenaje a Vietnam”
(l966), “Tucumán arde” (1968” y “Malvenido Rockefeller” (1969”, entre otras.
En 1976 recopiló un grupo de noticias sobre la represión
de la dictadura militar que publicó con el título de “Nosotros no sabíamos”,
frase que una parte de la ciudadanía argentina utilizó frente a las pruebas de
la tortura y de los centros de detención.
Ese año, con la instauración del régimen militar de
facto, se radicó en San Pablo, y durante su estadía allí se enteró de la
desaparición de su hijo Ariel, quien había decidido quedarse en Argentina .
En Brasil, retomó las esculturas metálicas y realizó
experiencias con diversas técnicas: fotocopia, arte postal, heliografía,
microficha, video-texto y libro de artista, entre otros.
Retomó el tema político-religioso en 1983 con collages e
ilustraciones de la Biblia, en los que sumó la iconografía católica, la erótica
oriental e imágenes contemporáneas.
A partir de 1985 inició una serie de obras con
excrementos de aves y expuso en el MAM de San Pablo una jaula con dos palomas
que defecaban sobre una reproducción del “Juicio final” de Miguel Ángel.
Ferrari volvió a vivir en Buenos Aires en 1991, donde
continuó con sus críticas al poder de la Iglesia Católica a través de su arte,
o haciendo pasteles y dibujos.
En 2004, se expuso en el Centro Cultural Recoleta una
retrospectiva de su obra que abarcaba 50 años de producción, y que provocó la
ira de grupos ultrareligiosos, protestas en las puertas del centro, la rotura
de obras, la clausura y reapertura de la muestra por decisión de la justicia y
uno de los más intensos debates en la historia del arte argentino.
El año pasado, entre otras muestras en las que participó,
Ferrari presentó en el Malba una selección de 70 obras pertenecientes a las
series “Brailles” y “Relecturas de la Biblia”, realizadas a lo largo de tres
décadas y hasta entonces sólo parcialmente conocidas.
Fuente: Telam
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