EL FLACO de José Pablo Feinmann



A veces al terminar de leer un libro nos deja una cierta melancolía, por todo lo que se puso en esas páginas. Los personajes nacen y crecen en el desarrollo, que llega a un final más o menos feliz. En este caso sabemos de ante mano, de que se esta hablando de alguien que ya no esta entre nosotros, alguien cuya muerte nos tomó por sorpresa y nos impresionó más allá de nuestro gusto partidario. Para ciertas personas “El Flaco” paso a ser leyenda como uno de los más grandes políticos de Argentina y Latinoamérica, en cambio para otros fue solo un dictador megalómano, queriendo perpetuarse en el poder.

Y no menos que melancolía habrá sentido el autor, al hablar de un amigo, con quien charlo en varios encuentros a principios de 2003. Fue convocado por el presidente, recientemente electo, luego del caos político y económico de 2001. Y lo expresa claramente cuando dice:
“Estos textos que le escribí a Néstor son parte esencial de nuestras conversaciones, son parte de nuestra amistad difícil, trabajada y discutida. Tal vez imposible, pero sincera”.
Son muchas las anécdotas que revela a lo largo de la narración, insólitas algunas, menos creíbles otras pero en todas ellas muestra la transparente pasión de Néstor Kirchner, su nutrido saber sobre la historia peronista y la obsesión que lo dominaba “como hacerse de poder, como construir poder”.
El lenguaje que usa el autor por momentos es brillante, con sus aportes evocando a Heidegger, Hobbes, Marx y Hegel y por otros momentos es tosca y chocante cuando acude a la vulgaridad para descalificar a ciertos personajes del espectáculo y de la política.

Muchos dirán que no es Feinmann el hombre adecuado para hablar de Kirchner, siendo que hubo otras tantas personas que tuvieron más intimidad, pero en general es un buen relato, un tanto objetivo. José Pablo Feinmann, un intelectual que zafó en los 70, que cree ser un subversivo, pero prefiere la noche para escribir. Se despide de su amigo, en el libró con el siguiente epílogo:
“Era un muchachón algo desarticulado. Era un chico grande. Y era un gran peleador. Un guerrero de la política. Un apasionado. Sólo la Huesuda le dobló el brazo. Y porque Néstor se la hizo fácil. Todos se lo decían: pará la máquina, descansá, tomate unos días. No pudo parar. No pudo porque no podía. Porque no sabía. Porque no quería. Es cierto que era un flaco como cualquier otro. Pero también era un flaco como pocos. Como muy pocos. Era un flaco como él solo lo era. Como ningún otro habría podido serlo. Hay tipos así: son únicos. Y habitualmente pasan rápido. Son como una bengala. Como un pistoletazo…”.

Datos y Contactos:

El Flaco
José Pablo Feinmann
Ed. Planeta
3º edición 2011
Independencia 1682(1100) C.A.B.A.
www.editorialplaneta.com.ar

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