Una contradicción en si mismo por donde se lo mire. La salud es uno de los principios soberanos sobre la que se rige una nación que se considere digna. Salud en el sentido de proporcionar la posibilidad a cada ciudadano que pise suelo argentino, de asistencia médica, atención digna sin distinción de clases sociales, género ni culto.
Pero lejos están las instituciones hospitalarias de brindar ayuda y cobijo a los más necesitados.
Un ejemplo cercano en estos días, es la cruenta realidad del Hospital Juan Cirilo Sanguinetti del centro de Pilar, al cual Gisele Franco, una madre primeriza de 21 años, de origen humilde que acudió por urgencia en la madrugada del domingo 18 de noviembre al centro asistencial. La crónica cuenta que nace el bebe y la ginecóloga lo recibe en una chata de plástico y le informa a la madre que el bebé nació muerto. La abuela insiste en verlo y asombrada descubre que el bebé se movía. La respuesta de la médica no desentonó con la situación: “son reflejos, mami”. La insistencia de la abuela, hizo que colocaran al niño sobre una mesada, donde comprobó que pese a no haber llorado, presentaba signos vitales. Hoy Santino, el bebé, sigue vivo y esta luchando minuto a minuto por su vida.
Esta cronista fue testigo de un desaire similar, lejos de los principios éticos del juramento a Hipócrates, en el Hospital Evita del partido de Lanús, una doctora se negaba a hacerle una ecografía a una joven convicta con un embarazo avanzado “yo a esta no la atiendo, haber si esta es pariente de los que mataron a Brito” dijo con voz acentuada (Brito fue un hombre asesinado en Valentín Alsina).
Tal vez porque en ella recaían todos los vicios de una sociedad desestabilizada, los pecados de muchos y la miserias de otros tantos. La estigmatización indigna con la que fue tildada esta joven madre, forzó a la jefa de área a realizar personalmente la maniobra ante la negativa del personal a cargo, al que ponía en su lugar a los gritos, delante de las otras pacientes y de la misma madre que tan solo quería saber si su bebe esta bien tras haber recibido un golpe en la panza.
Puede haber violencia en las calles y en respuesta podemos decir que es casi imposible su control, y allí estarán cientos de argentinos reclamando por justicia.
Pero ¿qué de este tipo de violencia? ¿Habrá acaso una medicina para ricos y otra para pobres? ¿No somos todos dignos y soberanos frente a la Salud Nacional? ¿O será la Salud Argentina una cuestión de mercado? Bien vale la pena pensarnos, reencauzarnos en el camino de una nación más justa.
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