LA VERDADERA HISTORIA DE LOS REYES MAGOS


La historia de los magos del oriente se encuentra en el evangelio según San Mateo cap. 2 desde el verso 1 al 12. De los cuatro evangelios solo el evangelio de San Mateo cuenta este pasaje. En el texto de las Sagradas Escrituras en ninguna parte se los menciona como reyes, si se utiliza la voz aramea “magusàioi” que significa magos.

En tiempos del nacimiento de Jesucristo, los magusàioi eran adivinos y astrólogos, de origen caldeo, estos pertenecían a la zona sirio-mesopotámica, lo que era y es en la actualidad el este geográfico de Judea.

La Palabra de Dios tampoco menciona que los magos hayan sido tres personas y mucho menos sus nombres, que para nuestra cultura Latinoamérica serían Melchor, Gaspar y Baltasar, entre los griegos fueron conocidos como Apellicon, Amerim y Serakin; entre los sirios Kagpha, Badalilma y Badadakharida y entre los etíopes Ator, Sater y Paratoras. Tambien se ha hecho conocida la historia de la apariencia de los magos, es decir que: Baltasar era de raza negra y que tanto Melchor como Gaspar poseían barbas prominentes, cuestiones curiosas en torno al relato fuera del texto bíblico a través de tradiciones humanas.

Lo que si es cierto, de acuerdo a las Escrituras es que, estos magos venidos del oriente eran guiados por una estrella y ante la requisitoria del rey Herodes contestaron “su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle” (Mateo 2:2). Herodes se siente consternado al escuchar esto y convoca a sacerdotes y escribas para preguntarles “donde había de nacer el Cristo” (Mateo 2:2). La respuesta fue “Belén de Judá” (Mateo 2:2). Entonces mando a llamar en secreto a los magos y les sugirió que, de regreso hablaran con él para decirle donde se encontraba Jesús para poder ir el también a adorarlo, aunque su propósito era matar al mesías.

La historia bíblica tiene un final feliz y mágico como los magos mismos, en revelación en sueños fueron avisados que no volviesen a Herodes de esta manera pudieron salvar sus vidas y la del pequeño niño “regresaron a su tierra por otro camino” (Mateo 2:12) no sin antes haber dejado sus presentes al “rey de los judíos, que ha nacido” (Mateo 2:2), “y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra” (Mateo 2:11).

Oro: es símbolo de realeza, dignidad, autoridad y soberanía. Representa gobierno, posición, absolutismo y dominio. Este metal es una representación del carácter firme del hombre, y de su reinado.

Incienso: era la sustancia aromática que se quemaba en el Tabernáculo de Moisés y en el Templo de Salomón sobre el altar de oro del incienso. Sólo podía ser preparado a través de la fórmula dada por Dios a Moisés según Éxodo 34-36 y era para uso exclusivamente sagrado.

Mirra: La mirra es la traducción de tres vocablos hebreos y dos griegos que aparecen en el Antiguo y Nuevo Testamento. Lo importante de la mirra en dicha fórmula es que debía ser “mirra excelente”. Era para el aceite de la santa unción, para uso santísimo.

De igual manera que estos magos venidos del oriente, en este año 2012 cada persona tiene la oportunidad de acercarse a Jesucristo el Señor, reconocer su reinado, su naturaleza divina. Postrarse ante Él y adorarle. ¡Dios los Bendiga!

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