Nuevamente y como nos tiene acostumbrados, el autor hace un trabajo periodístico increíble, único. Nos remonta a la década de los años 80, César Gaviria era el presidente de Colombia, un país convulsionado por un personaje siniestro, Pablo Escobar, dueño de un imperio de impunidad que hacia temblar todos los estamentos de la sociedad colombiana, manejaba los hilos de una red de narcotráfico que hasta hoy día perdura en aquel país.
Para impedir la ley de extradición hacia los Estados Unidos, Escobar planea el secuestro de personas relacionadas al sector mediático con el fin de impactar y lograr un trato que lo beneficiara.
En la novela conoceremos las penurias de los secuestrados y los días alejados de sus seres más queridos, incluidas amenazas de muerte hacia ellos y hacia sus seres más queridos. Si bien el relato se torna duro, Gabriel García Márquez, utiliza palabras ilustrativas y deliciosas que amortiguan la dureza de la narración que conmueve hasta el llanto. Consigue algo muy difícil de alcanzar, que el lector mismo se transforme en uno de los secuestrados, tarea nada fácil para un escritor que, García Márquez consigue plasmar en estas páginas.
Con rigor histórico que causa asombro nos muestra a Pablo Escobar manejando el Cartel de Juárez y a la vez ocupando el rol que el Estado, ausente no cumple, dígase construyendo espacios recreativos, salas de atención medica, caminos y escuelas.
Este libro es un testimonio que desnuda aspectos insospechados de las relaciones entre el poder y el narcotráfico.
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Diseño de portada: Carles Bonet
Fotografía: Francis Giacobetti, Planet (1995)
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