Juan José Campanella se dio el gusto de poner en escena una
obra a la que le venía siguiendo la pista hacía rato. Consiguió los derechos tras
convencer a la viuda de Herb Gardner con la adaptación que hizo para reubicar
los hechos pensados para desarrollarse en el Central Park neoyorquino y
traerlos al porteñísimo parque Lezama.
Precisamente en una vieja banqueta de este parque es donde
se encuentran Antonio y León, dos jubilados que eligen el mismo lugar para
pasar el rato. Uno, Antonio (Eduardo Blanco), busca la soledad; lo único que
quiere es leer el diario y pagar sumisamente los 10 pesos que le exige un
raterito de la zona para no molestarlo. El otro, León (Luis Brandoni), busca
todo lo contrario: estar, hacerse notar, hacerse valer. Es un fabulador nato;
disfruta inventando historias que lo tienen como protagonista, y tan bien lo
hace que es difícil distinguir qué es cierto y qué no. A lo largo de sus
divertidas anécdotas sí se va imponiendo la verdad que lo muestra como un terco
militante comunista. Así es que León se empeña en ayudar a Antonio, quien a
regañadientes deja entrever sus problemas de trabajo: es portero de un edifico
desde hace 42 años e intuye que lo están por despedir. Ese primer contacto
entre ambos y cierta complicidad forzosa (para Antonio) ponen a estos queribles
viejos en sintonía con el espectador, con lo que sienten y con lo que les pasa,
que no es otra cosa que la vida... en parque Lezama. Es allí donde se cruzan
con el raterito anterior, con un dealer y su víctima, con el flamante
presidente del consorcio del edificio donde vive Antonio y con la
preocupadísima hija de León. Con este combo de postales de color local se va
armando la historia de estos personajes entrañables que, sin duda, son lo mejor
de la propuesta. Campanella encontró en Blanco (su trabajo es maravilloso) y
Brandoni el ensamble perfecto; sin duda los encuentros entre ellos son los que
sostienen el andamiaje dramático. El resto aparece como pinceladas para agregar
datos y excusas a estos seres solitarios y para que se desarrollen con
naturalidad temas como la vejez, la soledad, la juventud y sus aspiraciones.
Así, no hay un nudo dramático que desentrañar, lo que
aletarga el desarrollo de los hechos, cosa que queda plasmada cuando alguno de
ellos no está en escena. Hay una distancia enorme entre el trabajo actoral del
dúo protagónico y el del resto del elenco (salvo Marcela Guerty, que se suma
comodísima a la escena con su padre). La puesta de Campanella es precisa en
esos momentos, pero parece alivianarse cuando no son "sus dos
actores" los que mandan. El trabajo de la escenógrafa Cecilia Monti es
impecable; la barranca y la glorieta del parque tienen una verosimilitud
asombrosa, pero al no cambiar en toda la obra, suma a la sensación de quietud.
Así y todo, resulta querible este Parque Lezama, nostálgico y divertido.
Parque Lezama / De: Herb Gardner / Dirección: Juan José
Campanella / Elenco: Luis Brandoni, Eduardo Blanco, Marcela Guerty, Iván
Espeche, Gabriel Gallicchio, Federico Llambi, Carla Quevedo / Escenografía y
vestuario: Cecilia Monti / Luces: Félix Monti / Música: Emilio Kauderer / Sala:
Liceo / Funciones: miércoles a domingos / Duración: 140 minutos.
Datos y Contactos
Datos y Contactos
Teatro Liceo
Rivadavia y Paraná - Tel: 4381-5745
Miércoles, jueves y viernes 20.30 horas. Sábados 19.30 y
22.15 horas.
Domingos 19.30 horas
Domingos 19.30 horas
Entradas: pulman $ 200 y $ 220
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