Escrita y dirigida por Rubén Mosquera, con Osvaldo Bayer como protagonista, la obra es una experiencia que trasciende lo escénico y puede disfrutarse en el Teatro Nacional Cervantes,
El origen de la obra, está en un capítulo del libro "Los vengadores de la Patagonia
trágica" luego llamado "La Patagonia rebelde" a partir de la
película que lo popularizó, y narra la negativa de las pupilas de un prostíbulo
a atender a miembros del Ejército que en 1921 masacraron a obreros en el
entonces Territorio Nacional de Santa Cruz.
A modo de folletín con tangos de la época, la pieza se
inicia con la aparición de Bayer, muy elegante y con sus 86 años a cuestas en
su primera comparecencia en un escenario teatral: los aplausos son espontáneos,
emocionados, de veneración.
Bayer cuenta que el episodio debía rematar la película
filmada en 1974 por el director Héctor Olivera, pero que a pesar de estar por
esos días bajo un gobierno elegido por las urnas, los militares metieron
presión para que el hecho no llegase a la pantalla.
De a poco empieza a ser cortejado por una bellísima mujer
(Laura Wich), que no es otra de las prostitutas sino la mismísima Muerte, un
personaje con la que el escritor se ha cruzado muchas veces y con la que
coquetea a lo largo de la obra.
La parte dramática destaca la relación doméstica de esas
chicas en estado de prostitución con la madama del lugar y los humildes
clientes, peones en estado de semiesclavitud que cada vez que cobran su sueldo
buscan algo de compañía.
Pero ese régimen en verdad feudal en el que los terratenientes
eran dueños de vidas y haciendas se vio conmovido con la llegada, hacia 1920,
de obreros anarquistas polacos, españoles e italianos a los que Bayer viene
homenajeando desde las páginas de sus libros y sus columnas periodísticas.
Con esos arribos la mansedumbre se transforma en luchas y
la consiguiente represión a la que el autor no duda en adjudicarle verdugos:
los patrones rurales, el Ejército representado por el teniente coronel Varela y
el presidente de la Nación de esos años, a los que acusa de matanzas
multitudinarias negadas por la historiografía liberal.
Frente a esa carnicería, reflejada en los diarios
porteños de la época como hechos sucedidos en la enorme lejanía que significaba
la Patagonia, las cinco mujeres del prostíbulo deciden realizar ante los
asesinos una huelga sexual al mejor estilo de la que la Lisístrata de
Aristófanes emprendía hace 25 siglos.
Daniela Salerno, Luciana Forero, Mercedes Ferrería,
Marina Focante y Maite Mosquera son las cinco mujeres que reciben terribles
torturas y vejaciones por la policía (Sergio Pascual e Hilario Lafitte),
mientras que Alejandra Shanahan es la patrona del local, ansiosa de ganancias e
inerte a toda ética.
Hay un interesante juego escénico en la introducción de
dos personajes: Bayer a los 40 años (Pablo Palavecino) y a los 80 (Lucio
Cerdá), que dialogan entre sí e incluso con el ser real al que están
representando.
El espectáculo va creciendo en intensidad y a medida que
se acerca el final el espectador tiene que rendirse ante tanta sensibilidad
-del personaje, del autor-director, del elenco- y el rescate de la ética como
motor de la vida.
Datos y Contactos
"Las putas de San Julián"
Teatro Nacional Cervantes
Libertad 815
miércoles a las 20 horas
hasta el 21 de agosto.
Costo de la entrada $50
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